Hay una tierra llamada Patagonia
que en el austral vértice del sur, altiva,
engendra el cuerno de oro del mañana
promesa de una Patria que la olvida.
Que la abandona sí, aunque la verdad nos duela.
Pero sobre el fracaso de saber que estamos marginados,
proyectaremos su esfinge de quimera
y la haremos brillar en el arcano
redimiéndola de este dolor oscuro que golpea.
Estamos amasados en fracasos,
en soledad, y espera.
Nos anida la fuerza de una raza
que jalona sin pausa la ancha cuesta.
Aún podemos esperar otro mañana,
la frustración no mata ni aniquila;
las rosas sin espinas, no son rosas,
la victoria sin lucha, no fascina.
Cuando otras voces se unan a la nuestra
en un coro sin fin, intermitente,
tal vez la gran cabeza del gigante
fije su ceguera en el poniente.
Entonces nuestra luz, la que irradiamos
con brillo propio y claridad pristina,
dirá que desde el Sur la Patria avanza,
Patagonia también es Argentina.