Tuve una vez un montón
de pájaros en mi pecho.
Revoloteaban, cantaban
y me mordían por dentro.
Se subían a mi garganta
y al no salir, se murieron.
Se murieron dentro mío,
pero también se pudrieron.
Ahora siento los gusanos
recorriéndome por dentro.
A la memoria de la flaca
Faúnicas - Claudia Elisabet Sastre