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Besoain Carlos

El periodista sueña "Que los muertos y el oro son parientes" - Carlos Besoaín

Actualizado: 3 abr

Miré el reloj y ya era tarde. Por fin había terminado la nota del oro...Me tendí en la cama sin intención de dormir. Cerré los ojos y soñé.


I, respiro profundo

Alrededor de las piedras negras el tufo a lobo era insoportable, el olor a guano y de sus genitales se mezclaba con la sal y el mejillón. Y cada golpe de agua era un cachetazo de espuma que salpicaba hacia los extremos de cada muralla.

A veces para hablar había que levantar la voz, tanto que en una jornada de trabajo si había que ponerse de acuerdo uno quedaba medio mudo, y fumar dolía y dolía tragar la ginebra que pasaba por una garganta que había , en lo posible, que mantener pegada al cuerpo, no fuera que la incursión nocturna de algún amigo lo pescara a uno durmiendo. ¿Y todo para qué?, para tener unas pepitas o un papel que dijera que este lote era para ése o aquél y listo, se acabó lo que se daba, es decir, la vida...


II, doy media vuelta

"Quiero terminar con esto". Se decía Cárcamo, medio meditabundo. "Quiero tener una familia, y pan caliente esperando a la hora de la cena y una buena taza de café", pensaba. "Basta de lavar arena ajena para sacarle esa mugre amarilla, basta de cubiletes, mujeres pagas y tiros resonando en la neblina. ¡Basta de viento lamiéndonos los pies!", decía Cárcamo, eso decía empinando el codo y la botella. "...Que los muertos y el oro son parientes".

III, y mi respiración está tranquila

Punta Arenas era un desfile de cadáveres, porque nadie está vivo de veras si tiene al viento día y noche golpeando chapas, en un sitio cuyos edificios más importantes son los boliches y la cárcel.

Loberos, balleneros, buscadores de oro y cazadores de puma e indios, cazadores de nutrias...

El humo es el alma de los boliches, y una niebla que dice que en algún sitio se amamanta una gran tormenta, o algún diluvio. La Rippling Wave es el Arca de Noé, mejor dicho de un fulano llamado Nogueira que es el que mueve los hilos porque tiene plata, mejor dicho, oro, tiene oro...

Un vals suena en una pianola mugrienta.

IV, me agito

-Yo por eso no le doy ni la hora, compaire.

El otro frunció el ceño.

-Ese orito está manchado 'e sangre.

-¿Y quién le dijo semejante cosa?

-Todo se sabe 'ñor.

-¡Con la mitad quedamos hechos!

-¡Hecho!


V, y me falta el aire

La primera flecha le entró en las costillas; él puso las manos para defenderse y otra flecha más la traspaso como si fuese Cristo.

Pidió por favor que no lo mataran, pero para el ona, al momento de saldar una venganza, no hay compasión que valga.

Cuando usó la poca conciencia que todavía le quedaba, vio cómo unos hombres desnudos destrozaban la cabeza de un compañero con una piedra.


VI, ahora transpiro mucho...

Hicieron un pozo profundo para no tener problemas con los otros blancos, y en la boca de la fosa tiraron los cuerpos, rifles, municiones, y algunas botellas: las que estaban llenas de aguardiente fueron abiertas y vaciadas en el momento, y las que guardaban ese polvo amarillento fueron tiradas al hoyo. Algunos se quejaban como en una pesadilla... Y los indios les tiraban tierra para hacerlos dormir.


VII, estoy sentado en la oscuridad

Me despierto otra vez; el mismo sueño.

Tengo gusto a oro y a sangre en la garganta.

"El viento del mundo lame nuestros pies -alguien me dice-. Y el oro y los muertos son parientes"


Publicado en Ventana Abierta - Año VII N° 59 - 20 de Noviembre de 1997

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