I
¿Quién te mata, Argentina?
¿Quién te mata?
¿Quién es aquel que sorbe tu esperanza?
¿Quién se nutre en tus venas trigales?
¿Quién se alimenta de tu joven sangre?
¿Quién, a través del mar, que te acaricia,
tiende, voraz sus descarnados garfios?
¿Quién se agacha hacia el Sur,
con imperial impulso, a cosechar tu savia?
No es tu hermano Perú, de piedra y llanto,
ni es Chile, alma y cueca, tu verdugo.
Ni te ahogan las manos mexicanas,
ni Brasil se prende a tu garganta.
Ni se aherrojan tus hermanas latinas,
ni te carga Cuba, cadenas a la espalda.
(Mientras se quema el gas de tus entrañas
tus ríos se mueren de tanto aburrimiento,
y los cerros esperan silenciosos,
que el hombre y el barreno los despierten).
II
...Y unos nombres y otros van pasando,
y unos hombres y otros, como galeotes trágicos...
Covertidos en incontables Sísifos
tus hijos se desangran, arrastrando días y trabajos,
tragándose las lagrimas,
llorando lenguas de plata en las esquinas,
ahogándose en el agua de los tangos,
acallando sus ansias por senderos de miedo
y llevando en los hombros la angustia y la esperanza.
III
América del Sur está muy sola,
no tiene más que penas y anoranzas...
Y un rumor sordo que se alza,
y una lágrima india en las entrañas.
¿Será, tal vez, tu vasta geografía
el seguro recinto que nos salve,
cuando Abaddón se suelte por el Norte
hidrógeno en la frente y en las alas?
(Verde luna de otoño)
Comentarios